Thursday, June 28, 2007


Con melón o con sandia…
Sistemas Agroalimentarios Locales o Agroindustria Rural (≠ ó =)
Las tercera vías…
“El modelo agrícola americano a gran escala, mecanizado y corporativo se mantiene como la mejor forma, y en ocasiones la única, de alimentar eficientemente a la población mundial. La creencia convencional ha deparado a los pequeños productores —o campesinos— exactamente la misma suerte que a los dinosaurios...” (Rosset, 2001: 2)

A)…
Los SIstemas Agroalimentarios Locales son un concepto en proceso, por parte de investigadores del grupo Syal, conformado por seis entidades francesas, preocupadas por el tema del desarrollo y la alimentación de las comunidades de pequeños productores en el Tercer mundo. Los SIAL apuntan al tema del desarrollo territorial en relación con las actividades económico-productivas, en especial de alimentos; la pertenencia a un medio social/cultural y las relaciones de confianza entre los pequeños productores y los actores sociales que se reunen en torno a un producto o un conjunto de ellos, promoviendo así el establecimeinto de vínculos con mercados y entidades públicas. (Muchnik, 2004).

B)…
En la década de los ochenta se originó una corriente de pensamiento orientada a mejorar el bienestar del campesinado latinoamericano mediante la valorización de sus propias producciones: la Agroindustria Rural (AIR). Basada en el supuesto que la mayoría de los campesinos no pueden sobrevivir produciendo solamente materia prima agropecuaria barata, sino que deben tener acceso al valor agregado producido a lo largo de la cadena alimentaria, en las etapas de poscosecha, desde la transformación hasta la comercialización, la corriente sobre AIR se ha desarrollado y fortalecido durante estas dos últimas décadas[1]
y actualmente se enmarca en esta forma emergente de ver el desarrollo rural llamada “Nueva ruralidad” (Boucher, 2001).

C)…
Sin embargo, surgen desde otros espacios y estudios esfuerzos emergidos desde la localidad para la localidad, hablar de lo nuestro y reivindicar el espacio rural, la restauración ecológica, y la participación colectiva que, si bien en este caso parece ser una responsabilidad exclusiva del campesinado o de los guardabosques, de los indígenas y pobladores rurales, me parece que las condiciones ecológicas exigen que otr@s personas se, nos involucremos en esta reivindicación. No sólo por nuestra dependencia alimenticia a la fertilidad de los suelos, ni por el respeto al material simbólico y nutritivo de los recursos naturales sino por que la salud y el bienestar colectivo -aún el urbano- están en juego.

A nivel de modos de producción y medios, la propuesta de los pequeños productores en el estudio de Amalia resulta sumamente interesante y provechosa, la compra directa de alimentos en cuyo proceso productivo no se aplicaron agroquímicos o bien las prácticas de crianza respetaron el ritmo metabólico de los animales parecen ser otras alternativas; sin embargo, reitero la difusión, el apoyo y los espacios abiertos a tales prácticas; así como el cambio de hábitos de consumo y costo-beneficio habrán de ser el siguiente obstáculo a vencer no sólo a nivel práctico y cotidiano; sino a nivel de estudios antropológicos y análisis de colectividades e individualidades globalizadas…

Boucher, François (2001) Una visión territorial de la agroindustria rural:Los sistema agroalimentarios locales, II Curso Internacional sobre la Promoción de la Agroempresa Rural para el Desarrollo Microregional Sostenible Versión no editada y para discusión - Marzo 2001 PRODAR/IICA-CIRAD, en http://www.ciat.cgiar.org/agroempresas/espanol/Rec_de_info/memoriasiicurs/cd_curso/Contenido/Modulo%203/Submodulos%203.3/vision_territorial_air.pdf

Cano Castellanos, Ingreet J. et al. (2006), Recuperar lo nuestro: una experiencia de restauración ecológica en predios del embalse de Chitacá, localidad de Usme, Bogotá, D. C. Universidad Nacional de Colombia

González, Alma Amalia, (2006) Mercados alternativos locales frente al sistema agroalimentario global, Revista LIDER, No. 15, Año 11

Muchnik José y Echeverry Argemiro, et. al. (2004) Territorios y Sistemas Agroalimentarios Locales, Unibiblos - U. Nal. Colombia. Bogotá.

Rosset, M. P. (2001). La producción campesina frente a la globalización. Ponencia preparada para el III Seminario Internacional de Agroecología 23-25 de abril de 2001 Universidad Autónoma de Chapingo, Texcoco, México.



[1] Las características de las actividades de poscosecha-transformación y comercialización en las zonas rurales, relacionadas con el sector campesino, han conducido a conceptualizar un tipo especifico de agroindustria como elemento del desarrollo rural sostenible. Hasta ahora se utiliza y acepta el término que define la “agroindustria rural” (AIR) como “la actividad que permite aumentar y retener, en las zonas rurales, el valor agregado de la producción de las economías campesinas, a través de la ejecución de tareas de poscosecha en los productos provenientes de explotaciones silvoagropecuarias, tales como la selección, el lavado, la clasificación, el almacenamiento, la conservación, la transformación, el empaque, el transporte y la comercialización”.(Boucher, 2000).En el transcurso de casi dos décadas, el concepto de agroindustria rural tomó fuerza, ha sido discutido, analizado y modificado a la luz del entorno y de las realidades de la AIR en el campo, evolucionando en función del entorno socioeconómico y político. Cfr. Boucher (2001).

Wednesday, June 13, 2007



Sospechas:
Sobre la exuberancia de la vida y el delirio de la economía,
las políticas ecologistas y la sociedad civil.

De la imposición de la racionalidad económica en la vida de algunas personas, han sugido cambios en las concepciones que tienen de la naturaleza (como referente de simbolización y significación de prácticas sociales, potencial de riqueza material y soporte de la vida espiritual) y se ha convertido más bien en fuente de materias primas, que ha alimentado la acumulación de capital a escala mundial (Leff, 2004)
Y ha surgido también un concepto que para algunos rescata esas antiguas concepciones y para otr@s, entre l@s que me adscribo, disfraza de buenas intenciones la asignación de precios mercantiles y derechos de propiedad, extracción y monopolización de recursos: El desarrollo sustentable.[1] Hablar de racionalidad ambiental y de procesos de capitalización me resulta sospechoso, así como la idea de diversidad cultural, políticas de diferencia y democracia participativa.
En primera instancia, considero que laS culturaS no SON un orden abierto a la resignificación del mundo como afirma el autor, a lo por pensar, a la producción de una diversidad de mundos posibles, sino más bien ordenes cerrados a concebir, decir y hacer las cosas de modos distintos, a considerarse equivocados e inclusive perjudiciales ante algunos procesos sociales, de satisfacción de necesidades, de interacción. Estamos acostumbrados a concebir a las personas desde un punto de vista, nos aferramos a esa estrecha mirilla y pensamos incuestionablemente: así es, así son l@s otr@s, así deberían de ser, por que así han sido; creemos que lo que pensamos y hacemos es lo correcto y eso nos ha llevado como personas, como sociedades, como “culturas” y generaciones a afirmar la anormalidad, el primitivismo, lo patológico, lo errado de lo que es ante nosotros distinto ¿incomprensible?...
De ahí que hablar de racionalidad o de “naturaleza” resulta cuestionable, de interculturalidad y biodiversidad también, por que son estas categorías las que nos han hecho planteranos un mundo y una utilización de éste. Algunas palabras están en boca de todos y se transforman en fetiches o en justificaciones, en felicidad o infelicidad. Las prácticas humanas, el cambio y las multidimensiones del espacio (y también del tiempo) insertas dentro del modelo económico imperante determinan casi todos los procesos sociales, las modas, la comunicación, la migracion, las políticas públicas, etc.(Bauman,1999).
El concepto moderno (cartesiano y kantiano) del hombre, que ha sobrevivido a los dos siglos pasados, establecía también categorías de semejanza ¿universales? de él mismo y de lo Otro (llámese humano maculino, femenino, alternativo o no humano) y a partir de ese momento se exigió a los demás respetar ese modelo, es decir, que sus distinciones no rebasaran la caracterización de lo racional, volitivo, monoteísta, progesivo y civilizadamente dominador (de género, del mundo). “The nature/culture dichotomy is derived from this dualism in Kant’s thinking and is cemented as the bourgeois way of knowing and being in nature […] Thinking about the environment, which Smith calls nature, and the relationships between the environment and society as a process of production, allows us to think about the relationship between how we make our world (Harvey 1996: 131) It allows us to see the shared mechanisms of the production of environment, selves, society, and space.” (West, 2006: 29)
Y es precisamente por que las palabras y los procesos se construyen dentro del discurso y no fuera de él, hemos algunos olvidado considerarlas producidas en ámbitos históricos e institucionales específicos, en el interior de prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas específicas. “Emergen en el juego de modalidades específicas de poder y por ello, son más producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que signo de una unidad idéntica y naturalmente constituida; una identidad en su significado tradicional.” (Hall, 1996: 18) Por ello este reconocimiento de la diversidad social y biológica, este esfuerzo ”político” de normatividad y procuración me parece sospechoso, así como algunos análisis antropológicos y labores de la disciplina.
Parece una utopía, que personas con diversos deseos, procesos de producción, socialización e interacción, (aún sin un lugar/espacio permanente:“desterritorializadas”) en la vorágine del tiempo y la capitalización, reconocieramos no sólo nuestros orígenes, sino nuestras preconcepciones, nuestras erratas, derechos e intereses comunes y los cargaramos no sólo en el discurso académico o cotidiano, en la construcción o reproducción de ideologías, sino en sus prácticas y movimientos colectivos. Entonces la articulación entre el yo y los otros puede ser no sólo un concepto o un hecho integral “naturahistórico”, sino una acción política que haga posible “aquella colectividad que da sentido duradero y profundo a los sujetos, que se funda en tejidos y nexos sociales con alguna referencia territorial, enraizada en un lugar, y en cuyo ámbito son capaces de construir no sólo identidades sólidas, sino además proyectos comunes de alcance social.” (Díaz Polanco, 2006: 152)


[1] La palabra “sustentable”, un anglicismo de la palabra “sustainable”, referida a algo que es posible mantenerse en el tiempo (la traducción correcta sería “sostenible”.) En términos económicos el desarrollo sustentable es un llamado a no “descapitalizarnos”, entendiendo por capital tanto los activos creados por el hombre como nuestros recursos naturales y medio ambiente (vgr. condiciones de asistencia social que hagan posible, en términos muy vagos, el bienestar de las presentes generaciones sin poner en riesgo el bienestar de las futuras) Debemos vivir de los intereses que genera nuestro capital natural y artificial, pero no comernos la gallina que pone los huevos de oro. Cfr. Gómez-Lobos, ¿Qué entendemos por desarrollo sustentable?. http://www.sustentable.cl/portada/Andres/358.asp



BAUMAN, ZYGMUNT .1996. De peregrino a turista, o una breve historia de la identidad, en Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires.

DIAZ POLANCO, HÉCTOR .2006. Elogio de la diversidad, globalización, multiculturalismo y etnofagia, S. XXI, México.

HALL, STUART 1996. Introducción ¿quién necesita identidad? en Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires.

LEFF, ENRIQUE. 2004. Racionalidad ambiental, Argentina, Siglo XXI.

WEST, PAIGE. 2006. Conservation is our goverment now. The poltitics of ecology in Papua New Guinea, Duke, EUA

Wednesday, June 06, 2007

Naturaleza histórica

“The complications of writing about the amazons is the persistence of these stubborn representational conventions, which have conditioned perceptions of the region from the colonial period to the present.”( Clearly, 2001: 69)
Hablar de procesos sociales y ecológicos parece remitirnos al uso y cuidado de recursos naturales, a los modos de producción utilizados para poder no sólo extraerlos sino aprovecharlos, al uso del término territorio y no el territorio en sí mismo, el objeto del análisis geográfico, sino al del análsis social. Ese territorio que si bien incluye condiciones pluviales, geológicas, climáticas, etc. también es concebido como aquél conjunto de formas, objetos y acciones. Sinónimo de espacio humano, espacio habitado, y que considero se trata de un un híbrido, una noción que, por eso mismo, carece de constante revisión histórica (Santos 1996)
Y es que hoy puedo afirmar que la naturaleza es histórica, eso es lo que me rebelan dos escritos (que se escribieron con casi una década de diferencia), la agricultura intensiva practicada por los indigenas prehispánicos, la prácticas colectivas de acceso, sedentarización y sobrevivencia transformaron el espacio, el paisaje. Y lo que era concebido por Colón en 1492 como una tierra prístina y paradisaica ya habís sido modificada ¿sometida? por aquéllos.
Las prácticas agrícolas (vgr. el uso del fuego) y la influencia de éstas en los bosques son un pretexto para analizar el impacto que las sociedades originarias (y no originarias) han provocado en un ecosistema, impacto, por cierto, que no siempre es perjuicioso para las diversas especies que le constituyen “The economic botanist William Bal6e (1987,1989) speaks of “cultural” or “anthropogenic” forests in Amazonia in which species have been manipulated, often without a reduction in natural diversity”( Denevan, 1992)
El territorio así, como un valor “local” es relativo, o en todo caso, relativizado, abordado desde otras dimensiones (a partir del dinamismo y las transformaciones que los intercambios sociales y culturales ) se plantean las implicaciones recíprocas (humanidad/ambiente ambiente/humanidad) desde la geografía económica, la demografía, la degradación ambiental.
Me parce sin embargo que hay una dimensión sino ausente, por lo menos escasamente recuperada en la discusión: la política, aquélla en la que el territorio es ¿era? la base, el fundamento del Estado-Nación que, al mismo tiempo lo moldeaba. Y que permitiría aclarar un poco esta extraña ¿esteril? dicotomía entre el ser humano originario de un lugar (procurador de “su espacio”) y del ser humano interventor, colonizador y extractor del mismo.
Si bien es claro que en un contexto en el que la fluidez (los cambios y las transformaciones humanas y “naturales”) está puesta al servicio de la competitividad y del libre mercado que hoy rige las relaciones económicas, y hegemónicas; también es cierto que hay una explotación ecológica generalizada y que tanto “indígenas” como “no indígenas” en sus prácticas transforman, obtienen de él ¿destruyen? el espacio ecológico que habitan.
Considero que la fluidez real viene de las acciones humanas, del espacio aquél en el que se toman las decisiones, en el que los análisis cobran sentido y posibilidades de transfromación más que de supervivencia y adecuación, de planeación. “El acontecer homólogo es el de las áreas de producción agrícola o urbana, que se modernizan mediante una información especializada y llevan los comportamientos a una racionalidad presidida por esa misma información. El acontecer complementario es el de las relaciones entre ciudad y campo y de las relaciones entre ciudades, consecuencia igualmente de necesidades modernas de la producción y del intercambio geográficamente próximo. Finalmente, el acontecer jerárquico es uno de los resultados de la tendencia a la racionalización de las actividades y se hace bajo un comando, una organización, que tienden a concentrarlos.” (Santos 1996: 125)
Observar los límites analíticos prescindiendo de ingenuidades y pre concepciones, articular el mayor número de dimensiones ante un problema o una pregunta ¿será ese el camino? el espacio para encontrar causas, algunas razones…

Clearly, David. 2001. Towards an environmental history of the amazon, from prehistory to the nineteenth century, Latin American Research, vol. 36 number 2.
Denevan, William. 1992. The pristine myth: the landscape of the American in 1492. Department of Geography, University of Wisconin, Madison, WI 53706.
Santos, Milton. 1996. De la totalidad al lugar, en El retorno del Territorio, Oikos Tau, Barcelona.