Sunday, November 05, 2006

Natura, cultura, otredad, ¿“simple”conflicto o coexistente contradicción?

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“La ecología política busca su identidad teórica y política en un mundo en mutación, en el que las concepciones y conceptos que hasta ahora orientaron la inteligibilidad del mundo y la acción práctica paracen desvanecerse del campo del lenguaje significativo.”[1]

La noción de Naturaleza me parece sí, un asunto del lenguaje, lógico y epistemológico, de la ciencia general en discusión, pero me parece también que es el contenido y el uso que le damos en nuestros discuros, referencias y sobre todo acciones locales y personales en los que radica la problemática, desde ahí me refiero: si bien es cierto que en las lenguas indígenas que conozco no hay una noción semejante y más bien las existentes son de interdependencia con la tierra, el agua, un árbol, una planta, animal y/o conjunto de ell@s con las personas y con sus actividades en un territorio específico, olvidamos que en la infancia nos acercamos a ella en un sentido relativametne similar, lúdicamente es cierto también pero en constante exploración y con un poco de admiración y miedo, de manera semejante en la que los indígenas comprenden un árbol, una cueva, una garza o una nube, lo que hace la diferencia es que tal concepcipon simbólica permanece en las dimensiones del espacio y del tiempo y se vuelve “sagrada” elementos que no sólo permean sino que cultivan su cultura y la conservan, procurando dichas dimensiones en su especificidad, la tierra. Sin embargo, mientras que las discusiones globalistas se centran en “..los temas relativos a la ecologizacipon del orden económico, de usos de recuros, el marco jurídico, la normatividad ecológica internacional, la organización del movimiento ecologista, los contenidos curriculares, programas educativos y prácticas pedagógicas.”[2] Y Leff plantea su réplica y recuperación de esa noción simbólica y de reterritorialización, así como los medios por los que sería viable una decosntrucción de la racionalidad(participación, autonomía, defensa y resistencia) habiendo por un lado, mujeres y hombres en Matapuquio danzando por la lluvia de octubre y la fertilidad de la tierra[3] pero también tirando basura en las calles y consumiendo refrescos y papas en alumninio, escasez de agua y dificultad en su acceso, cobro gubernamental del agua y permisos para que las compañias no paguen el uso exacerbado del líquido vital, desbordamientos de ríos o sunamis, industria y turismo no regulado, mareas rojas y erupciones, deforestación, erosión en el suelo y plomo en el aire, tabaquismo y manía de alcohol, nuestras prácticas cotidianas siguen reproduciendo estos efectos, somos contradictorios e incongruentes con respecto a nuestras críticas y réplicas discursivas y la cotidianeidad, el problema, según Leff, al parecer ya no es de los indígenas quienes han aprendido a conservar y cuidar su territorio y lo que hay en él, los organismos con los que coexisten y de los que necesitan: no estoy de acuerdo, hablar de generalidades es peligroso, no todos los indígenas tienen ese saber ambiental, ni una resistencia explícita o silenciosa (esencialismo), así como no todos los no indígenas tienen, tenemos racionalidad simplista y económica(estereotipo) cambiamos, todo el tiempo se conforman subjetividades y sentidos de las cosas: El problema es la ignorancia ambiental y no el saber como paradigma o prescripción, ignorancia que es en cada uno, y aquél que la ha trascendido no se esfuerza por compartir las luces que el mundo le ha traducido en sabiduría, no creo que pueda haber conocimeinto si primero uno no se reconoce ignorante, contradictorio, falaz. La deconstrucción de nociones, me parece, es una propuesta bien intencionada, fundamentada, viable y crítica, pero no por eso accesible a esa demos cratos planteada en el texto, menos aún a corto plazo, tal vez sea hora de empezar a cambiar las prácticas antes de cambiar los discursos ¿no les aprece?
“La construcción de la racionalidad ambiental implica pues deconstruir y reconstruir el pensamiento occidental”[4] dice el autor, ¿por qué ocuparnos por esa cultura-aún sabiendo que nos ha definido e in-formado-, teniendo pendientes más inmediatos, la cultura nuestra y de mayor relevancia, nuestra conducta personal? Eso que olvidamos y que es simbólico, coincido con Leff es necesario recuperar y asumir como un hecho, tal vez sea el primer paso, reconocer el error ante lo que aparentemente no somos y sobre lo que quisieramos tener control: la Naturaleza(lo otro que no es cultura, para los que encuentran una oposición entre o humano y el mundo) quien estuvo, o mejor dicho quienes existieron primero, por que lo abstracto se concretiza en una pluralidad de organismos, todos emergimos de ell@s y sobrevivimos por ell@s, esa “voluntad” personal, antes de ser colectiva, participativa, ética, equitativa y autonómicamente política, pienso puede ser conciente primero, autocrítica y compartida(difundida y discutida) nombrar distinto o cambiar de “paradigma” no es comprender, ni ejercer, mucho menos actuar con consecuencia…

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“La identidad es algo que se negocia en términos culturales, económicos y políticos, por un lado se concibe como enraizada en en una serie prácticas culturales compartidas, como una especie de ser colectivo, por otro, la identidad también se ve en términos de las diferencias, creadas por la historia, , esta visión enfatiza tanto el ser como el llegar a ser, implica posicionamiento más que esencias, discontinuidades al mismo tiempo que continuidades.”(Escobar 1999: 188-1889)[5]

El acontecer jerárquico es uno de los resultados de la tendencia a la racionalización de las actividades y se hace bajo un comando, una organización, un estatuto de poder que tiende a concentrarlos: el capitalismo, el colonialismo, el patriarcado en la relación entre sociedad, género y espacio (territorio) desde el punto de vista de l@s actor@s, se vuelve problemático pues la construcción de las identidades, de los derechos e inclusive de los grupos sociales se ubica en una doble dimensión(la clasista y la“revolucionaria”), no obstante, tal maniqueísmo, me parece, no ha sabido reformular el papel femenino que desde su trinchera puede inclusive, continuar reproduciendo vicios e inequidaddes. “El otro no es como una alteridad relativa, como en una comparación, las especies, aunque sean últimas, se excluyen recíprocamente, pero se sitúan en la comunidad de un género, se exluyen por su definición, pero se acercan recíprocamente por esta exlusión a través de la comunidad de su género.”(Levinás, 1993: 287)[6] Las mujeres en su diversidad se vuelven las otras, las otras formas de entender la naturaleza y de simbolizarla, de establecer relaciones y entre las que en algunos casos hay más conflictos que alianzas frente a un enemigo común, que no, no es, son los hombres, sino la ideología machista, patriarcal, excluyente y sumisiva, frente a la violencia y el poder de la negación de los sentidos y las comosmovisiones que no priorizan la razón y dan paso a la sensibilidad y del deseo en la génesis de la subjetividad, y no por ello carecemos de razón e inteligencia.
“El ecofeminismo se debate entre la visión esencialista de la mujer vinculada a la naturaleza por sus condiciones “naturales” y la visión construcivista que indaga los procesos sociales que han llevado a codificar y jerarquizar las relaciones de género con al naturaleza. La política de la diferencia indaga lo propio del género, de la división de los sexos en su relación con el pensamiento y las construcción de la realidad...”[7] para ello considero un paso previo que podría traducirse en anális de la semejanza, para descubrir en qué nos hemos convertido y qué esquemas hemos copiado y seguimos reproduciendo de ese sistema patriarcal, exluyente, etc… de lo masculino determinada y herméticamente racional, negado a nuestras facultades y posibilidades, a nuestro deseo, sensibilidad y voluntad, dicho análisis podría hacernos caer en cuenta que estamos negando nuestra propia identidad y por tanto la alternativa de compartirla con lo otro que si bien se ha esmerado en negarnos (a veces, la mayoría) no podemos cometer el mismo error también. Ser en el mundo finalmente no se reduce a lo genérico pero se significa por él en relación a lo que uno es y deviene en identidad y alteridad, “..lo que me parece importante en esta noción de lo femenino no es únicamente lo incognoscible, sino cierto modo del ser que consiste en hurtarse a la luz (…) Todo su poder consiste en us alteridad.(Levinás, 1993: 292)

[1] Leff, E., El movimiento ambiental por la reapropiación social de la natuaraleza: seringueiros, zapatistas, afrodescendientes y pueblos indígenas de América Latina, en Racionalidad ambiental, S. XXI, 2004. p. 292
[2] Ibid.p. 233
[3] Cfr.Lund Skar S., Mujeres andinas y el concepto de espacio/tiempo en Mujer y Espacio lugar de reglas y mapas sociales, Cruces culturales perspectivas sobre la mujer vol. 5, BERG Oxoford/Providence, 1993. La situación particular de la mujer en el espacio es una interrogante central en el libro, en este caso, con respecto a las ideolgías culturales acerca de la diferenciación sexual y mas áun sobre una más generalizada visión del mundo(cosmovisión), se plantea el caso de una comunidad indígena sudamericana y se intenta explicar como las actividades de las mujeres y hombres en un espacio físico dado son integradas en un proceso de apropiación territorial con y en una expresión de algo mucho más trascedental, sagrado. El ínteres específico es saber cuáles de las nuevas y drásticas transformaciones en el lugar fueron cambiando la posición de las mujeres(y por tanto de los varones) en la sociedad peruana Quechua, así como el aislamiento de factores que son cruciales en cada proceso de cambio; la autora trata de comprender como los Runa (como se llaman a sí mismos los Quechua de Matapuquio) ven a las mujeres dentro de su propia cultura, definen su estatus social, ritual y rol laboral dentro de la comunidad y particularmente dentro de la casa, considerando los perímetros de su existencia diaria.
[4] Leff, Op. cit. p. 242.
[5] Ibid. p. 454
[6] Ibid.p.
[7] Ibid. p. 290

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