Friday, May 18, 2007




La mercantilización como visión del mundo:
entre el maiz, el “corn” y la pelagra.


Comemos no únicamente para ganar nutrientes, sino para experimentar sabores y aromas… sensaciones; sin embargo, detrás del arroz y los frijoles, de los tacos, así como de una big mac con papas y de un yogurth bajo en grasas, hay una carga simbólica más allá de estas –nuestras- preferencias. Estos alimentos hacen referencia a cierto estilo de vida, celebración y ritual, intereses económicos, preocupaciones sanitarias, alimentarias e identidades personales, étnicas, regionales nacionales (y obligadamente ¿cosmopólitas?)…

El panorama de transformación alimenticia del sector agrícola mundial y la generación de nuevas enfermedades, denominadas por los autores crónico-degenerativas son, como muchos otros rubros, interdependientes.
Por un lado, se nos muestra que se han exacerbado las relaciones de subordinación económica entre los países desarrollados y subdesarrollados tanto a nivel comercial como a nivel de explotación de la fuerza de trabajo y de recursos; de manera que los campesinos de los países últimos en la lucha por mantener un “rol” competitivo en el mercado mundial, transforman la estructura productiva agrícola interna, lo cual a su vez, no sólo ha implicado la profundización de las relaciones de dominio y explotación, sino además la generación de nuevas enfermedades a partir de la modificación de sus actividades de consumo (de productos alimenticios) y luego entonces de su dieta.
“Dietary change is occurring worldwide: traditional diets with a limited range of staples are being substituted bye a diet more composed of livestock products (meat, milk and eggs) vegetable oils and sugar (…also…) localism is displaced, and investments increasingly shifted from basic or seasonal commodities to “value added” processed foods.” (Rayner, et. al.,2007: 70)
Así, por otro, los autores exponen algunas de las consecuencias del mercantilismo como actividad usual, que en la conversión de toda entidad, acción o sentimiento a objeto de intercambio, conmensurable y monetariamente equivalente, provoca la deshominización de las personas, y en este caso, la evidencia de que la salud de éstas (nuestra salud), es una ocupación de ultima instancia.
Dado que en este contexto mercantil, como explica Appadurai (1986) todo se trata de una competencia económica y política, que además tiene que ver con la ruptura de la soberanía alimentaria de muchos países (ya que los altos subsidios a la agricultura frenan la productividad en este sector y la aplicación de tecnologías de vanguardia). La agricultura entonces se convierte en una actividad casi parasitaria, dependiente de la industria. Los países desarrollados controlan el mercado internacional de alimentos (y sus procesos) y entonces, los subdesarrollados dependen en gran medida de la exportación de dichos productos.
[1]
Tal situación desencadena otros procesos, en el libre mercado alimentario, el Estado mexicano, por ejemplo, se compromete a colocar en su población dichos productos, obedeciendo a prescripciones y acuerdos de organismos internacionales y de los paises desarrollados sin embargo; no audita (exige el control de calidad necesario para procurar el bienestar de sus consumidores) dichos productos, ni evalua las repercusiones de éstos en la salud pública de su ciudadanía; restringe el desarrollo agropecuerio local para que se prescinda de tales intercambios forzosos; hace caso omiso a las implicaciones culturales que “…examinan los caminos por los cuales las identidades de los actores (humanas y materiales) son construidas en diferentes puntos históricos y espaciales (…así como…) el inequitativo intercambio de valores internacionales en las conexiones materiales y morales de una multitud de alteridades culturales” (Lind y Berham, op.cit.: 52)
Así, me parece que aunque los autores prometen mucho y resuelven poco, ponen el tema en la discusión y ocupación antropológica y cotidiana. Por que si algo he aprendido de tod@s estas alteridades y descalabrones teóricos (inconsecuentes en algunos casos) es que es a partir de la información, la interpretación y la escucha comienza la resistencia, somos adultos y cada quien sabe lo que consume, come y hace, el sistema que reproduce y las “lujos” de los que se abstiene. Tal vez el Estado hará su papel en la medida en la que a sociedad civil se lo exija (mos), tal vez la salud de la población e inclusive la personal mejore cuando cambiemos nuestros hábitos antes que los discursos y las réplicas a estos, tal vez las implicaciones simbólicas en las que se amalgama el placer, el poder, la producción en masa y la irrupción sociocultural en esta mercantilización material y discursiva sean también una ocupación importante que no está peleada, o más aún que reforzaría tal resistencia, creando espacios y/o exigiendo derechos de alimentación más allá de la comida “lenta”.

Lind, David y Barham, Elizabeth. 2004. La vida social de la tortilla: comida, políticas culturales y mercantilización competitiva. Departamento de Sociología Rural, Universidad de Columbia, Missouri.

Rayner, Geof, et. al. 2007. Liberación mercantil y la dieta de transición: una respuesta a la salud pública, Health Promotion International, vol. 21, Oxford University, UK.

Rubio, Blanca. 1994. La agricultura mundial de fin de siglo: hacia un nuevo orden agrícola internacional en: Alejandro Nadal, coordinador, México y la globalización, UNAM, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias Cuernavaca, Morelos.



[1] De hecho, en un escenario de sobreproducción agrícola existen poblaciones que padecen hambrunas severas al tiempo en que se observa un incremento en los niveles de desnutrición en los países subdesarrollados. Esta situación ha ocasionado en gran medida una caída en la producción de cereales en dichos países y en luego entonces a nivel internacional, optando por la producción de otros productos, lo que ha significado también la monopolicaciónde la producción cerealera. (Rubio, 1994)

1 Comments:

At 9:32 AM, Blogger Ron said...

El cambio dietario no es necesariamente negativo ni va siempre con relaciones de dominación. Pienso en la pasta. Salió de China (¿Marco Polo?)y se convirtió en elemento básico de la comida italiana. Ahora esta y la comida asiática 'se globalizan'. Hay restaurantes italianos en todas partes y platillos italianos en todos los menus. Creo que ya es parte permanente de la dieta internacional,

Algo similar pasa con la comida mexicana. En EU son los imigrantes mexicanos que introducen la comida mexicana, ya familiar para todos. Donde se dan las relacionaes de dominación es aqui adentro y con la anuencia de los líderes 'democráticamente eligidas', como quién dice...

 

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