Wednesday, June 13, 2007



Sospechas:
Sobre la exuberancia de la vida y el delirio de la economía,
las políticas ecologistas y la sociedad civil.

De la imposición de la racionalidad económica en la vida de algunas personas, han sugido cambios en las concepciones que tienen de la naturaleza (como referente de simbolización y significación de prácticas sociales, potencial de riqueza material y soporte de la vida espiritual) y se ha convertido más bien en fuente de materias primas, que ha alimentado la acumulación de capital a escala mundial (Leff, 2004)
Y ha surgido también un concepto que para algunos rescata esas antiguas concepciones y para otr@s, entre l@s que me adscribo, disfraza de buenas intenciones la asignación de precios mercantiles y derechos de propiedad, extracción y monopolización de recursos: El desarrollo sustentable.[1] Hablar de racionalidad ambiental y de procesos de capitalización me resulta sospechoso, así como la idea de diversidad cultural, políticas de diferencia y democracia participativa.
En primera instancia, considero que laS culturaS no SON un orden abierto a la resignificación del mundo como afirma el autor, a lo por pensar, a la producción de una diversidad de mundos posibles, sino más bien ordenes cerrados a concebir, decir y hacer las cosas de modos distintos, a considerarse equivocados e inclusive perjudiciales ante algunos procesos sociales, de satisfacción de necesidades, de interacción. Estamos acostumbrados a concebir a las personas desde un punto de vista, nos aferramos a esa estrecha mirilla y pensamos incuestionablemente: así es, así son l@s otr@s, así deberían de ser, por que así han sido; creemos que lo que pensamos y hacemos es lo correcto y eso nos ha llevado como personas, como sociedades, como “culturas” y generaciones a afirmar la anormalidad, el primitivismo, lo patológico, lo errado de lo que es ante nosotros distinto ¿incomprensible?...
De ahí que hablar de racionalidad o de “naturaleza” resulta cuestionable, de interculturalidad y biodiversidad también, por que son estas categorías las que nos han hecho planteranos un mundo y una utilización de éste. Algunas palabras están en boca de todos y se transforman en fetiches o en justificaciones, en felicidad o infelicidad. Las prácticas humanas, el cambio y las multidimensiones del espacio (y también del tiempo) insertas dentro del modelo económico imperante determinan casi todos los procesos sociales, las modas, la comunicación, la migracion, las políticas públicas, etc.(Bauman,1999).
El concepto moderno (cartesiano y kantiano) del hombre, que ha sobrevivido a los dos siglos pasados, establecía también categorías de semejanza ¿universales? de él mismo y de lo Otro (llámese humano maculino, femenino, alternativo o no humano) y a partir de ese momento se exigió a los demás respetar ese modelo, es decir, que sus distinciones no rebasaran la caracterización de lo racional, volitivo, monoteísta, progesivo y civilizadamente dominador (de género, del mundo). “The nature/culture dichotomy is derived from this dualism in Kant’s thinking and is cemented as the bourgeois way of knowing and being in nature […] Thinking about the environment, which Smith calls nature, and the relationships between the environment and society as a process of production, allows us to think about the relationship between how we make our world (Harvey 1996: 131) It allows us to see the shared mechanisms of the production of environment, selves, society, and space.” (West, 2006: 29)
Y es precisamente por que las palabras y los procesos se construyen dentro del discurso y no fuera de él, hemos algunos olvidado considerarlas producidas en ámbitos históricos e institucionales específicos, en el interior de prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas específicas. “Emergen en el juego de modalidades específicas de poder y por ello, son más producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que signo de una unidad idéntica y naturalmente constituida; una identidad en su significado tradicional.” (Hall, 1996: 18) Por ello este reconocimiento de la diversidad social y biológica, este esfuerzo ”político” de normatividad y procuración me parece sospechoso, así como algunos análisis antropológicos y labores de la disciplina.
Parece una utopía, que personas con diversos deseos, procesos de producción, socialización e interacción, (aún sin un lugar/espacio permanente:“desterritorializadas”) en la vorágine del tiempo y la capitalización, reconocieramos no sólo nuestros orígenes, sino nuestras preconcepciones, nuestras erratas, derechos e intereses comunes y los cargaramos no sólo en el discurso académico o cotidiano, en la construcción o reproducción de ideologías, sino en sus prácticas y movimientos colectivos. Entonces la articulación entre el yo y los otros puede ser no sólo un concepto o un hecho integral “naturahistórico”, sino una acción política que haga posible “aquella colectividad que da sentido duradero y profundo a los sujetos, que se funda en tejidos y nexos sociales con alguna referencia territorial, enraizada en un lugar, y en cuyo ámbito son capaces de construir no sólo identidades sólidas, sino además proyectos comunes de alcance social.” (Díaz Polanco, 2006: 152)


[1] La palabra “sustentable”, un anglicismo de la palabra “sustainable”, referida a algo que es posible mantenerse en el tiempo (la traducción correcta sería “sostenible”.) En términos económicos el desarrollo sustentable es un llamado a no “descapitalizarnos”, entendiendo por capital tanto los activos creados por el hombre como nuestros recursos naturales y medio ambiente (vgr. condiciones de asistencia social que hagan posible, en términos muy vagos, el bienestar de las presentes generaciones sin poner en riesgo el bienestar de las futuras) Debemos vivir de los intereses que genera nuestro capital natural y artificial, pero no comernos la gallina que pone los huevos de oro. Cfr. Gómez-Lobos, ¿Qué entendemos por desarrollo sustentable?. http://www.sustentable.cl/portada/Andres/358.asp



BAUMAN, ZYGMUNT .1996. De peregrino a turista, o una breve historia de la identidad, en Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires.

DIAZ POLANCO, HÉCTOR .2006. Elogio de la diversidad, globalización, multiculturalismo y etnofagia, S. XXI, México.

HALL, STUART 1996. Introducción ¿quién necesita identidad? en Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires.

LEFF, ENRIQUE. 2004. Racionalidad ambiental, Argentina, Siglo XXI.

WEST, PAIGE. 2006. Conservation is our goverment now. The poltitics of ecology in Papua New Guinea, Duke, EUA

1 Comments:

At 4:12 AM, Blogger Ron said...

Hasta cierto punto estoy de acuerdo, pero creo que exageras. No sólo eso sino ¿que querés, dejarnos sin categorías de ninguna clase nada mas por que todas las categorías son construidas?
La cultura se puede practicar como orden cerrado, o bien, puede ser fuente de alternativas--como dijo el che, seamos realistas, soñemos lo imposible.
No se trata simplemente de reconocer que nuestros conceptos son artifactos de la mente, sino explicitar las suposiciones, los prejuicios y las posiciones de clase que se esconden en ellos. Por eso, estoy dispuesto a dejar atrás el concepto de 'desarrollo' (calificado como sea) pero no el de cultura, ni de racionalidad ni de utopía.

A propósito, 'sustentar' (y 'sustentable') aparecen en la Real Academia y se incluyen entre sus definiciones la de "proveer a alguien del alimento necesario" y "conservar algo en su ser o estado" y sustentable de que "se puede sustentar o defender con razones". Hasta da dimensiones mas interesantes que el término correspondiente en inglés. De todos modos, en buen castellano.

 

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